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Foto del escritorGuadalupe Manzano Sánchez

Día Mundial de la Salud Mental: nuestra salud mental a examen


Generalmente somos capaces de identificar bastante bien aquellas señales que nos indican que tenemos algún problema físico o que vamos a caer enfermos, pero si se trata de nuestra salud mental ¿somos tan duchos?

Según la Organización Mundial de la Salud, salud mental se define como "un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad". La propia definición ya nos da pistas para poder detectar indicios que nos indiquen en qué punto se encuentra nuestra salud mental:

1º ESTADO DE BIENESTAR: Es decir, nuestro grado de salud mental no consiste únicamente en la ausencia de señales de malestar, como pudieran ser sentimientos de tristeza mantenidos en el tiempo o síntomas de estrés. Más allá de la falta de éstos, la persona debe percibir sensaciones y estados que puedan implicar tranquilidad, sosiego, felicidad, satisfacción, etc. en algún grado. Lo relevante es que la persona lo identifica como tal, lo cual requiere cierto proceso de “entrar en contacto con” y hacer una valoración positiva y consciente de ello.

2º CONCIENCIA DE LAS PROPIAS CAPACIDADES: Nuestro sentido del bienestar y por ende, nuestra salud mental, también dependerá de un adecuado conocimiento y valoración de nuestras cualidades para ponerlas a nuestro servicio en el quehacer diario. Por tanto, nuestra salud mental no depende en exclusiva de estados anímicos, sino también del grado de autoconocimiento que de nosotros mismos tenemos y del despliegue que hagamos de nuestras aptitudes.

3º AFRONTAR LAS TENSIONES NORMALES DE LA VIDA: Solemos aludir a la facilidad para mantener un adecuado estado emocional cuando afrontamos momentos buenos en nuestra vida, pero por definición nuestra salud mental va más allá y revela fortaleza para afrontar dificultades y problemas habituales en el día a día. En esta parte de la definición, por tanto, estamos hablando de cierto grado de fortaleza pero también de estabilidad, puesto que nuestro estado de salud mental no oscilaría de forma notable al toparse con estresores habituales.

4º …FRUCTÍFERA: La persona que se encuentra en un estado mental adecuado crea, influye en su entorno, genera respuestas en los demás, percibe, ofrece muestras de lo que es y de lo que quiere, en definitiva, obtiene resultados.

5º …HACER UNA CONTRIBUCIÓN EN SU COMUNIDAD: El estado de salud de una persona trasciende a la propia persona. Bien lo sabemos cuando una persona padece algún problema de tipo psicológico, cuando su sintomatología de una u otra manera afecta a familiares y amigos, e incluso a entornos sociales más amplios. Lo mismo ocurre en sentido opuesto, una persona que se siente bien psicológicamente aporta a su entorno, a sus círculos, bien sea de forma palpable a través de su contribución laboral o participativa de algún tipo, y desde luego compartiendo su estado de bienestar con los demás e incluso haciéndoles partícipes del mismo.

Éstos son algunos indicadores positivos que nos pueden indicar cómo de fuerte se encuentra nuestra salud mental. Ahora bien, se nos pueden presentar otras señales que quizás puedan confundirnos sobre nuestro verdadero estado psicológico y llevarnos a engaño, de hecho, son muchos los pacientes que acuden a consulta, dentro ya de un proceso terapéutico iniciado, que relatan preocupados cómo han podido experimentar tristeza o ansiedad en los días previos ante determinadas situaciones negativas, etiquetando dichas experiencias como muestras indiscutibles de su falta de mejoría o empeoramiento; y yo les hago ver en esas ocasiones que realmente están experimentando emociones normales, en tipo e intensidad, ante dichas situaciones. Se trata de saber que las emociones llamadas “negativas”, como la tristeza o la ansiedad, pertenecen al plano normal y que en la mayoría de las ocasiones vienen a cumplir un papel importante en nuestra vida permitiéndonos una mayor adaptación. Únicamente empiezan a suponer un problema, y por tanto un examen para nuestra salud mental, cuando por intensidad o duración suponen una clara interferencia en nuestra vida. Por otra parte, en otras ocasiones las personas tienen dificultades a la hora de valorar el estado real de su salud psicológica porque los indicios de malestar pueden venir desde el plano físico y eso nos suele confundir. Todavía está vigente la concepción separatista de los mundos físico y psicológico, idea que contribuye a que ante la presencia de síntomas puramente físicos se plantee la presencia de una problemática física subyaciente, lo cual puede llevar asociado un tratamiento farmacológico que tratará el problema de forma parcial. Y es que, en este punto, es importante saber que los estados psicológicos tienen en mayor o menor grado un correlato físico que a veces se muestra con mayor claridad para la persona, pero que realmente viene a funcionar como un indicador de nuestro estado mental.

Para terminar, y más allá de los indicadores que hemos ido señalando, lo que va a primar desde luego es la sensación subjetiva y general de bienestar mantenida en el tiempo y nuestra capacidad para ir haciendo frente a estresores habituales.

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