El "secreto" a la hora de alcanzar el objetivo de que nuestro hijo nos obedezca está en la manera en que se lo pedimos y en cómo actuamos después. Intenta seguir estas recomendaciones y será más fácil que acceda a lo que le pides:
Busca el contacto visual con tu hijo y asegúrate que en esos momentos tú eres su centro de atención. No le pidas las cosas desde otra habitación de la casa (así será menos probable que te atienda). Ve donde esté él o ella y ponte a su altura para hablarle.
No utilices expresiones o palabras abstractas o generales (como por ejemplo: “pórtate bien”, “se bueno”). Intenta transmitirle lo que esperas de él o de ella de la manera más concreta y exacta posible.
Exprésate de manera concisa, siendo firme y serio, pero sin gritar. A través de esta actitud le transmitimos lo que hay que hacer, a la vez que mostramos apoyo para que aprenda a hacerlo.
Se breve con tus peticiones o explicaciones, porque si son muy largas no las escuchará. Es mejor dar órdenes o instrucciones de una en una.
Es más útil utilizar formas impersonales. Conseguimos reducir la probabilidad de conflicto cuando le expresamos que “es la hora de recoger”, que si le decimos “te quiero ver recogiendo”. La forma en que hablamos, las expresiones o palabras que utilizamos son reflejo de nuestro pensamiento y, en este caso, debe dejar claro que nuestro objetivo no es mandarle por que sí, sino que genere una rutina respecto a horarios y responsabilidades.
Si la situación lo permite, y generalmente es así, es conveniente ofrecer alternativas, es decir, tras recordarle una norma o hacerle una petición podemos recordarle que será posible volver a esa situación o actividad en otro momento o que puede elegir entre distintas opciones: “Ya es hora de subir a casa para hacer los deberes, mañana sacaremos otro rato para bajar a jugar a la pelota”; “hoy toca fruta de postre, ¿cuál te apetece a ti?”. De esta forma, es más probable que el niño sienta que sus apetencias y sentimientos son importantes para nosotros.
Abandona cualquier expresión o tono amenazante. Es muy nocivo recurrir a estas formas como estrategia para que nos hagan caso y accedan a lo que les pedimos. Estamos hablando de autoridad positiva y respeto, no del ejercicio del poder a través del miedo.
“Da la vuelta a la tortilla”: cambia el “si no te lavas los dientes no podremos leer el cuento” por “una vez que te hayas lavado los dientes podremos leer el cuento”. Expresa las órdenes en positivo.
Si te ha obedecido, exprásele lo contento o contenta que estás por ello. Es estupendo si además acompañas tus palabras con algún gesto de cariño. Pero si no ha salido tan bien, dale un par de minutos para que reflexione. Una vez transcurridos, vuelve a acercarte a tu hijo y recuérdale la petición, ofrécele ayuda en este caso. Si sigue negándose, explícale lo que pasará (alguna actividad se retrasará, no podrá hacer algo que le gusta y que estaba previsto, …). Mientras mantenga su negativa a hacer lo que le has pedido ten a mano el mismo mensaje en un mismo tono, tranquilo y firme: “cuando hagas …. te atenderé”. En el momento que tu hijo acceda, es momento de decirle lo que nos alegramos de que haya accedido, pero mantendremos las consecuencias de las que le habíamos advertido.
A veces resulta una labor complicada, pero es que tenemos que tomar conciencia de que estamos construyendo algo muy importante. Demos a nuestros hijos la oportunidad de hacerlo bien.